Los impuestos a examen, preguntas y respuestas. Sede de Hacienda. (Foto: Europa Press News via Getty Images)
Desde que el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, anunciara su ‘revolución fiscal’, con la supresión del impuesto de patrimonio incluida, la discusión sobre los impuestos entró en el debate político español como un elefante en una cacharrería.
Rápidamente comenzaron a imponerse los eslóganes políticos sobre los análisis económicos. Mientras Ayusodaba la bienvenida “al paraíso” a su compañero andaluz, algunos ‘barones’ socialistas se apresuraban a aprobar rebajas fiscales para pasmo del Gobierno, cuya respuesta ha sido la creación de un impuesto a la riqueza y gravar más a las rentas altas.
La actualidad se veía inundada de afirmaciones sobre los impuestos que parecían sentar cátedra: que si bajar los impuestos aumenta la recaudación, que si España es un infierno fiscal, que si el impuesto a los ricos les hará marcharse del país...
¿Qué hay de verdad en todo lo que se ha ido diciendo en las últimas semanas sobre la política fiscal? Carlos Cruzado, presidente del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), y Julio Rodríguez, de Economistas Frente a la Crisis, dan respuesta a esta cuestión.
La respuesta de ambos a esta afirmación es clara: no.
“No hay más que comparar nuestro sistema tributario con el resto de Europa o de la UE y vemos cómo en presión fiscal históricamente estamos muy por debajo de la media. Y si lo comparamos con países de nuestro entorno, el diferencial es todavía mayor”, indica Cruzado.
Coincide Rodríguez en el criterio. “Directamente no. Porque la presión fiscal, yéndonos a las cifras, los datos publicados por organismos internacionales demuestran que está por debajo de la media de los países industriales”, asevera.
Rodríguez explica que “hay algún país que puede tener la presión fiscal más baja en Europa” pero que “España no destaca por ser la que lo tiene más elevado”.
Cruzado explica que la presión fiscal subió en 2020, sí, pero que lo hizo “por la caída estrepitosa del PIB”. “En realidad, ese aumento que hubo, que aun así está por debajo de la media, fue debido no tanto a la recaudación sino a la caída del producto interior bruto”, indica el técnico de Hacienda, quien asegura que lo más lógico es tomar los datos de 2019, ya que el 2020, por la pandemia “no se puede tomar porque la caída del PIB fue superior en España e hizo que subiera la presión fiscal”. “Es una cuestión aritmética”.
“Eso no es en absoluto seguro”, indica Rodríguez, quien cree que en un país con la presión fiscal no muy alta, como España, “tiene una incidencia reducida”.
Recuerda el economista el caso de la administración de Kennedy a principios de los 60 en EEUU, “que bajó impuestos y le fue bien”.
Cruzado cree que es algo que “no se ha demostrado” y hace referencia al nombre que toma esta teoría, “la famosa curva de Laffer” de la que, dice, “no hay una demostración empírica”. “Al contrario, lo que sí se puede ver es que a bajada de impuestos, caída de recaudación”, afirma.
Según Cruzado, los estudios que se han hecho han demostrado que el incentivo que puede generar una rebaja fiscal en la economía “es menor que la caída de la recaudación”.
“Que no es cierto que bajar la presión fiscal aumente la recaudación cada vez va quedando más en evidencia”, afirma el técnico de Hacienda, “prueba de ello es que en 2012, cuando llega el PP al Gobierno, el ministro Montoro, muy defensor de la curva de Laffer, se encuentra con una situación complicada y no sólo no baja los impuestos, sino que los sube y mucho”.
“Si hubiera sido cierta esta doctrina, hubiera bastado con bajar impuestos para recuperarse”, resume.
Rodríguez pone su caso personal, ya que el IBI de su vivienda ha pasado de ser de 950 euros a no llegar a 900. “Y eso no ha estimulado mi consumo ni nada”.
Según el economista, para que esta teoría sea cierta “tienen que darse una serie de circunstancias que lleven a que haya una mayor actividad y empleo y una mayor recaudación”. En síntesis, “en absoluto es cierto”. “No es imposible, pero es muy poco probable”, afirma.
De nuevo, tanto Cruzado como Rodríguez coinciden en que lo que sucede es que los ricos ahorran. Y ambos ponen el ejemplo de EEUU. “Krugman se ha cansado de escribir que cuando se le han bajado los tributos a las empresas, lo que han hecho ha sido comprar acciones para fortalecer a la minoría de control”, indica Rodríguez. “Hemos oído a muchos ricos reconocer en EEUU que con las bajadas de impuestos aumentan su riqueza”, abunda Cruzado.
Para Rodríguez, esta visión es “una proposición muy servil”. “Esta historia de que si a los de arriba se les ayuda más, ellos te irán dejando las migajas”, explica, “es muy propia de gente de pueblos muy pequeñitos donde existe un fortísimo caciquismo”.
El economista cree que afirmar que “a los ricos hay que dejarles que estén contentos porque nos dan trabajo a los demás” es algo que “no descansa en ningún rigor de ningún tipo”.
“Puede tener algún efecto, pero no generalizado”, explica Cruzado, quien aporta datos de la última comunidad en apuntarse a eliminar el Impuesto del Patrimonio, Andalucía. “Allí y en prácticamente todas las comunidades, si analizamos la evolución de los últimos años del Impuesto del Patrimonio vemos que crece el número de contribuyentes y crece la recaudación”, asegura.
De hecho, Cruzado recuerda el caso de Galicia, donde un conocido contribuyente como Amancio Ortega no ha decidido marcharse pese a que en los últimos años era una de las que más gravaba este tipo de impuesto.
Rodríguez cree que eso sólo podrían hacerlo los rentistas que tienen rentas de capital muy elevadas “y que no están trabajando”. “Pero normalmente el que es rico lo es porque tiene una actividad y un empleo con el que está generando beneficios. Y porque le cobren un impuesto no va a dejar el país e irse a otro, ya que le va a generar más problemas que otra cosa”, agrega.
Sí, pero con matices.
Cruzado cree que “si vemos el Impuesto de Patrimonio tal y como está configurado en España, seguramente sea así” porque “no hay un Impuesto de Patrimonio similar en la UE”. Pero recuerda que lo que sucede en otros países europeos es que “hay otros impuestos que gravan determinada riqueza”, como a través del impuesto de sucesiones o de la renta.
“Se ha demostrado que otros países gravan las rentas más altas con otras figuras”, coincide Rodríguez. “En Francia existe el impuesto a las grandes fortunas”, recuerda, “y en el resto de Europa existen figuras que equivalen a que los que tienen más ingresos paguen más impuestos”.
“Es un impuesto directo y, por tanto, redistributivo”, afirma Cruzado.
“Si se recauda sobre quienes tienen más ingresos y se hace un buen uso, puede incluso mejorar la distribución de la renta”, apunta Rodríguez, que también pone el foco en Andalucía y a cómo su presidente, Juanma Moreno, eliminó el Impuesto de Patrimonio y acto seguido pidió fondos al Gobierno central para afrontar la sequía, algo que el economista le reprocha.
“El Impuesto de Patrimonio puede contribuir a mejorar la redistribución si el empleo de los recursos obtenidos es racional”, asevera.
Como en los toros, división de opiniones.
Cruzado se muestra tajante y considera que “no es así”. “No es cierto. No hay más que ver las afirmaciones de los notarios, que hay unas cuantas en estos años, y vemos que las renuncias se producen cuando los bienes, mayormente inmuebles, suponen heredarlos con una carga que no se puede asumir”, indica.
Según el técnico de Hacienda, se trata de “herencia de inmuebles con hipotecas importantes que en muchos casos se adquirieron en el pico de la burbuja inmobiliaria y que tienen una mayor carga del valor real en ese momento”.
Rodríguez considera, por su parte, que “depende del tipo impositivo”. Eso sí, el economista coincide en lo que dice Cruzado, que se suele producir por inmuebles heredados de compras realizadas durante la burbuja inmobiliaria. Por ello cree que, en esos casos, para evitar las renuncias, deberían de ir acompañados de un tipo impositivo reducido.
Cruzado, sin embargo, cree que estos casos son reducidos. “Si vemos el número de renuncias que se publican, vemos año a año que Madrid, por ejemplo, que bonifica el 99% en caso de familiares directos, no está muy lejos de la media de renuncias. Y que hay comunidades donde hay un impuesto más alto que incluso tienen menos renuncias que Madrid”.
Rodríguez cree que podrían producirse algunos casos “si hay un tipo impositivo muy elevado”, sobre todo “con precios de inmuebles tan elevados”, que pueden “dificultar el proceso de herencia”.
Sin embargo, Cruzado no cree que exista una salida masiva de contribuyentes. “No hay datos ni informes que avalen que hay éxodo”, asegura, “puede haber algunos movimientos, pero no masivos”.
Es más, el técnico de Hacienda explica que en el caso de Madrid, lo que más atrae la presencia de inversores y empresas no es la fiscalidad sino “la capitalidad”. “Que esté la administración central del Estado, las grandes empresas del Ibex, las infraestructuras...”, afirma.
“Hay muchas razones que llevan a una persona a vivir en una determinada comunidad y a no moverse al margen de la razón fiscal”, indica Cruzado, que cita la vida personal, el trabajo, las amistades y la familia. “Todo eso tiene su peso también, no sólo lo fiscal”, añade.
Rodríguez y Cruzado ponen en duda también esta afirmación. Para el economista, “no parece que vaya a ser superior el impuesto al efecto positivo que la subida de tipos va a ejercer sobre la cuenta de resultados de los bancos”, por lo que cree que no afectará a la competitividad de las entidades financieras.
Sí podría ocurrir, añade, si el impuesto fuera definitivo y no temporal, ya que sólo se extenderá durante dos años. En ese caso, afirma, podría afectar al volumen de créditos que pueden dar los bancos.
Cruzado asegura que estas afirmaciones siempre se hacen cuando se habla de impuestos a la banca o a las grandes empresas, pero que en realidad medidas como estas “van en la línea de la ola internacional que desde hace tiempo están expresando la OCDE y la UE con preocupación de lo poco que pagan las grandes empresas transnacionales y la banca”.
El técnico de Hacienda recuerda que estos organismos, así como el FMI, han pedido que la recaudación obtenida con estos gravámenes vayan a aliviar la situación de los sectores más vulnerables.
“Favorece a las clases bajas, sobre todo”, indica Rodríguez, quien, aun así, cree que “salen ganando todos, las altas y las bajas”.
“Lo que pasa es que sobre las clases bajas tiene mayor incidencia que sobre las que tienen mayores ingresos”, apunta.
Cruzado cree que “obviamente ayuda” siempre que las facturas se ven reducidas y que, al ser “bajadas generalizadas”, afectan “a todos los ciudadanos”.
Eso sí, critica que, como en el caso de los carburantes, “estas bajadas las absorben las tremendas subidas que se producen por otras circunstancias y en poco tiempo esa rebaja queda amortizada”.
Sí, pero también con matices. Ambos creen que es más fácil que se produzca más fraude fiscal entre los autónomos, pero ninguno considera que haya mucho.
“Si comparamos las actividades económicas con los perceptores de rendimientos del trabajo, es una obviedad. Los rendimientos del trabajo están más controlados, porque hay unas retenciones y unas nóminas”, explica Cruzado. “En el caso de un autónomo o de una sociedad, obviamente, hay una mayor facilidad”, añade.
“Es gente que es difícil controlar lo que hace, llevan peor contabilidad y van por libre”, apunta Rodríguez, quien cree que “la propia debilidad de la actividad que desarrollan” les puede llevar en ocasiones “a aguzar el ingenio para pagar cuantos menos impuestos mejor”.
Cruzado lo argumenta: “En el caso de los autónomos, los datos de las retribuciones medias de los resultados declarados en la declaración de la Renta nos dice que año a año es menor que la declarada por los trabajadores”.
Pero añade que la crisis actual afecta muy directamente a este colectivo y deja claro que, aunque “es un dato” que “hay más fraude entre autónomos que entre trabajadores por cuenta ajena, no se puede decir que sea masivo”.
No lo cree así Rodríguez, ni mucho menos. El economista recuerda que muchas de las medidas del Ejecutivo de Sánchez han supuesto rebajas fiscales, “como a las rentas inferiores a 21.000 euros, que son la mitad de los contribuyentes”, o las rebajas de impuestos de la gasolina o el IVA de los productos de higiene femenina.
“Hay subidas y bajadas, no es cierto que sólo se suba y que no se baje”, asevera.
Cruzado recuerda que las recomendaciones de organismos internacionales como la UE, el FMI y hasta el Banco Central Europeo son “insistir en que no es momento de bajar impuestos, sobre todo teniendo en cuenta la inflación, por el incremento de las desigualdades que conlleva”.
El técnico de Hacienda recuerda que “las bajadas de impuestos afectan en mayor medida a las mayores rentas y a las mayores riquezas”. “Ya el FMI desde hace seis o siete años viene hablando del problema económico que supone el incremento de las desigualdades que se viene produciendo y están planteando la necesidad de no bajar impuestos de forma generalizada y focalizar las ayudas en los más vulnerables”, asegura.
Cruzado cree que esa es la línea que está siguiendo el Ejecutivo de Sánchez, pero considera que las medidas fiscales aprobadas “no dejan de ser un parcheo más”. “Aunque van en la línea de dotar más progresividad al sistema, es un paso pequeño y sería necesario abordar una reforma integral del sistema”, añade.
“Cuando gobierna hemos visto que no ha sido así”, asegura Cruzado, que recuerda que con la caída de la recaudación en 2012, el PP se vio obligado “a subir muchos impuestos”.
Rodríguez se muestra mucho más duro y recuerda lo que vivió cuando formaba parte del Consejo Económico y Social de Madrid, donde coincidió con Luis De Guindos, exministro de Economía, actualmente vicepresidente del Banco Central Europeo. “Yo le oía que hacía mucha batalla con bajar los impuestos en Madrid, porque llegaban muchas medidas de Aguirre bajando impuestos. Ella es coherente con la frase de Milton Friedman de que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos. Yo siempre pensé que los impuestos eran un objetivo intermedio y Guindos me dijo que para ellos era un objetivo final”.
Según el economista, para la derecha y las clases altas, “es como una tiranía que se ejerce sobre la gente”. “Liz Truss habla de una exigencia moral bajar impuestos. Es como una especie de código de conducta. También se lo he oído a Margallo en la radio”, repasa.
“Llevamos una temporada en que hay una presión sobre la opinión pública por parte de la gente más acomodada de que esto de los impuestos es una tiranía. La frase de Friedman que inmortalizó Aguirre es un dogma que se ha introducido en las clases acomodadas y en la derecha política que no está demostrado”, asegura Rodríguez.
“Lo que sí está claro es que la reducción de impuestos provoca un debilitamiento del Estado, de la base fiscal y de las prestaciones sociales”, asegura el economista, que califica estas ideas como “el jauja del más rico y del viva la libertad”.
Cruzado coincide en que se usa políticamente el discurso de la bajada de impuestos pero cree que “no se puede plantear que va a ser bueno en toda situación”. “Habrá momentos en que se puedan bajar determinados impuestos y hay que ver qué impuestos se bajan o se suben y a qué sectores”.
El técnico de Hacienda asegura que un vistazo a los datos de las últimas décadas muestra “una caída de la progresividad en los sistemas tributarios” en España, donde se ha dado, según Cruzado, “una bajada de impuestos directos, sobre la renta, sobre la riqueza y sobre sociedades” que ha ido acompañada de “un incremento de los impuestos indirectos, que son regresivos”.
El famoso lema sobre Hacienda no se cumple, a juicio de estos dos expertos.
“Hacienda deberíamos de ser todos pero no lo es tanto por la injusta distribución de las cargas fiscales según los niveles de ingresos de los hogares”, afirma Rodríguez, quien asegura que en el sistema fiscal español “el grueso de la recaudación está en los impuestos que pagan básicamente los asalariados”. “Es un sistema muy mejorable”.
En el mismo sentido se expresa Cruzado, quien recuerda que la mayoría de los ciudadanos, según los sondeos del CIS, creen que el sistema es injusto. “Casi un 90%, de manera transversal, piensa que Hacienda no somos todos. Lo opinan votantes de todos los partidos”.
También lo piensa el propio técnico de Hacienda. “Si vemos a quiénes afecta normalmente las bajadas de impuestos se puede decir que ese lema hace aguas de alguna manera”.
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