El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ha registrado una explosión en España desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa en 2018, año en el que se aprobó un incremento del 22,3% en un sólo ejercicio, equivalente al aumento acumulado que había registrado ese indicador en los diez años precedentes.
De 2008 a 2018, el SMI se había incrementado un 22,6%, pasando de 600 a 735,9 euros, un incremento medio de 13,6 euros al año; pero en los seis años posteriores, hasta 2024, ha registrado un incremento del 54%, hasta los 1.134 euros en catorce pagas en que quedará fijado en 2024 después de que este martes se apruebe la subida en Consejo de Ministros, lo que dejará un aumento anual medio de 66 euros.
El fuerte incremento que ha registrado en los últimos años y, en especial, el repunte insólito de 2019 ha llevado a muchos expertos a alertar sobre el impacto que podría tener en el empleo, especialmente en los sectores en los que hay más proporción de trabajadores cobrando el Salario Mínimo, como el campo o el empleo doméstico.
Seis años después, los datos demuestran que en ambos sectores se ha producido una pérdida de empleo, si bien no se puede achacar íntegramente al incremento del SMI. Los datos de afiliación a la Seguridad Social recogen que el número de afiliados al sector agrario ha caído un 15,6%, de los 800.280 que había en enero de 2018 -el último enero antes de que el SMI se elevara a 900 euros- hasta los 675.265 en la actualidad. Por su parte, el empleo doméstico ha caído un 11%, pasando de 417.611 personas a 370.688 en enero de este año.
En el caso del campo, son varios los factores a los que podrían achacarse el descenso del empleo, ya que junto a la subida del SMI el sector ha experimentado otros incrementos de costes derivados de la inflación que se inició tras la pandemia y se avivó con la guerra en Ucrania, como el encarecimiento de los piensos o la energía. A esta tensión de costes, además, se suman las condiciones climáticas y la persistente sequía, en el caso de España, que ha puesto contra las cuerdas al sector.
Sin embargo, en el empleo doméstico no se detectan factores distintos a la subida del SMI que hayan podido contribuir a la pérdida de puestos de trabajo, dado que además sus empleadores (los hogares) han mantenido sus rentas por el buen comportamiento del empleo y la política fiscal expansiva del Gobierno.
Esta buena salud económica de las familias parece apuntar, precisamente, a que en verdad no han prescindido de sus empleados del hogar, sino que más bien podrían haberlos derivado a la economía sumergida. Un fenómeno que ya reconoció que existía en 2019 el entonces secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado: "¿Hay menos empleadas del hogar que antes de la subida del Salario Mínimo? No, las 13.000 empleadas del hogar que han dejado de cotizar se dedican a otras ocupaciones y han sido sustituidas por personas en situación irregular, por economía sumergida", admitió. Hoy son 47.000 menos que en 2018.
Este trasvase podría haberse producido también en el campo, uno de los sectores que según Gestha, el secretario de Técnicos de Hacienda, es más propenso a la economía sumergida: "Los que tienen una mayor propensión hacia la economía sumergida son, por regla general, aquellos que mueven una mayor cantidad de dinero en efectivo, como la hostelería, el transporte o el sector agrario".
REALIDAD ALTERNATIVA
Junto a estos dos colectivos, los administrativos y los trabajadores de actividades recreativas fueron señalados también por la elevada proporción de empleados que cobran el SMI. Según la EPA, el número de ocupados en el primer segmento no ha variado -en un contexto de creación generaliza de empleo-, mientras que en el segundo el empleo ha caído un 4,4% desde 2018.
Que estos colectivos iban a ser los más afectados por el incremento del SMI es algo en lo que siempre ha habido consenso. La Fundación ISEAK dirigida por Sara de la Rica, a la que el Ministerio de Trabajo encargó un informe sobre el impacto del SMI, ya lo advertía: "Existen sectores que están claramente sobrerrepresentados entre la población afectada por el aumento del SMI, como el sector primario (10,2%), el sector de actividades administrativas y servicios auxiliares (11,8%) y los servicios que engloban actividades artísticas, recreativas y del entretenimiento, así como actividades del hogar, entre otras (18,1%). Estas últimas actividades del sector servicios están claramente feminizadas (24,6% de mujeres afectadas por el SMI en ellas versus 9,6% de hombres), mientras que el del sector primario está muy masculinizado (17,8% de hombres afectados por la subida respecto al 4,4% de mujeres)".
BBVA Research también alertó de que el impacto de la subida del SMI en el empleo "se concentraría en los trabajadores más vulnerables: las mujeres, los jóvenes, los extranjeros, los menos cualificados, los contratados a tiempo parcial, los temporales y quienes trabajan en empresas de menor tamaño y poco competitivas", una descripción que encaja con el perfil tipo del empleado del campo o del hogar.
Pese a la destrucción de empleo en estos sectores de bajo valor añadido, el dinamismo del mercado laboral español -que ha creado 2,32 millones de empleos desde 2018 a pesar de la pandemia- permite a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, asegurar que el incremento del SMI no ha afectado al empleo y tachar de "agoreros" a quienes vaticinaban los contrario.
Sin embargo, esos expertos apuntan que sería necesario hacer un ejercicio contrafactual para saber si realmente ha tenido impacto o no, ya que es posible que se haya creado menos empleo del que se hubiera creado en un escenario alternativo con una subida más moderada y gradual del SMI.
https://www.elmundo.es/economia/2024/02/06/65c10de7e9cf4a0a678b4595.html