El uso del billete de 500 euros en las operaciones ilícitas ha forzado al BCE a mover ficha: desde el 27 de enero todos los bancos centrales de la eurozona, excepto el de Alemania y Austria, retirarán todos los que lleguen a su poder. En Europa circulan 521 millones de estos billetes, lo mismo que en 2008. En España, hasta octubre, la cifra de billetes distribuidos menos los retirados ha caído al nivel de 2003. El turismo, la lucha contra el fraude y el cierre de sucursales explican este descenso.
Los famosos binladen, conocidos así porque todo el mundo oía hablar de ellos pero nadie los veía, tienen fecha de caducidad. En España, que llegó a acaparar el 26% del total de los billetes de 500 euros, se hicieron muy populares por estar ligados a las oscuras tramas del mercado inmobiliario. Las autoridades europeas han demostrado su innegable utilización como instrumentos para el blanqueo y la fuga de capitales, así como en operaciones ligadas al narcotráfico y al terrorismo.
Ante esta situación, el Banco Central Europeo (BCE) ha puesto fin a su distribución “teniendo en cuenta la preocupación de que los billetes de esta denominación puedan facilitar la comisión de actividades ilícitas”. No obstante, el presidente del BCE, Mario Draghi, los defendió hasta 2013: “Estos billetes cumplen un papel como depósito de valor, como medio de pago y como refugio de activos”, dijo, y se negó a retirarlos del mercado.
En enero se iniciará su retirada del mercado ya que no se volverán a entregar a los bancos privados, según fuentes del BCE. No obstante, seguirán siendo de curso legal, podrán utilizarse como medio de pago y circularán mientras no lleguen a manos de un banco central de la zona euro. Mantendrán de manera permanente su valor y podrán cambiarse en los bancos centrales de la zona euro sin límite de tiempo.
Pero no todos los bancos centrales actuarán igual: para garantizar “una transición armoniosa y por razones logísticas”, el Banco Federal de Alemania y el Banco Nacional de Austria continuarán reintroduciéndolos en el mercado hasta el 26 de abril de 2019, precisó el BCE “porque tienen un uso más extendido del efectivo en billetes de 500”. Este gesto se ha interpretado en el mercado como una forma de mitigar las críticas germanas a esta medida.
Este sistema de lenta retirada del gran billete del euro ha provocado críticas de algunas asociaciones, como el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, Gestha. En su opinión, el BCE debería haber sido más tajante y haber retirado antes estos billetes. “Hace muchos años que las agencias tributarias y las policías europeas han demostrado que el billete morado se utiliza para actividades ilícitas. Hubiera sido mejor dar un plazo de tiempo razonable para que los de 500 fueran cambiados por otros billetes; así afloraría el dinero oculto y dejarían de ser un medio para ocultar efectivo”, señala José María Mollinedo, secretario general de Gestha.
Fuentes del BCE respondieron que esta opción “no se ha barajado; el BCE no es la autoridad competente para luchar contra el blanqueo de dinero, que es una responsabilidad nacional de los Estados miembros de la UE”.
No obstante, el auge de los binladen ya ha pasado. Entre enero de 2016 y noviembre pasado, el BCE ha reducido en un 14,7% el número de billetes en circulación: ahora se manejan 521 millones en todo el mundo, la misma cifra que en octubre de 2008. Se estima que el 25% de los morados están fuera de la Unión Europea, que dejó de fabricarlos en 2014.
Los billetes de 500 euros representan ahora el 2,4% del número de billetes de euros en circulación, pero son el 21,7% del valor acumulado en efectivo, 260.500 millones de euros, según las estadísticas del BCE.
Los billetes de euro viajan por toda Europa (y por el mundo), por lo que no se puede conocer con precisión cuántos billetes hay en España. La única estadística que se aproxima a este asunto es la que facilita el Banco de España, que refleja la cifra neta entre los billetes distribuidos al sistema menos los retirados, una vez que los entregan los bancos privados. Es decir, no indica el número de billetes en circulación, como se demuestra cuando dice que la cifra de billetes de 20, 10 y 5 euros es negativa, algo ilógico, que indica que se retiran más de los que se entregan.
No obstante, la estadística sí muestra una clara tendencia de reducción de los billetes grandes, los de 500, 200 y 100 euros. En 2007, el saldo entre los billetes de 500 entregados al sistema y los recibidos, era de 114 millones, mientras que en octubre de 2018 eran 32 millones, un 72% menos. Antes del estallido de la crisis financiera, en 2012, el Banco de España decía que había 65.425 millones de euros en billetes; en octubre pasado se redujo la cifra hasta los 9.946 millones, una caída del 85%.
¿Qué ha pasado? Según los expertos consultados, esta caída en picado en seis años se debe a diversas razones. “La primera es la crisis inmobiliaria que empezó a notarse en el verano de 2007”, recuerda Mollinedo. En su opinión, el rapidísimo crecimiento del uso de billetes no se explicaría sin la burbuja del ladrillo, aunque las autoridades monetarias y supervisoras parecieron no darse cuenta.
En segundo lugar, otros expertos citan el auge del turismo en España, que alcanza cifras récord, con 78,4 millones hasta octubre. Los visitantes llegan con sus propios billetes que gastan en España. Esto explica la superabundancia de los billetes pequeños, pero los expertos también recuerdan que el turismo ruso y árabe maneja billetes de 500 euros con frecuencia.
Otra razón de la caída de los billetes de alto valor es el cierre de oficinas bancarias. Antes era habitual acudir a la sucursal, que entregaba billetes grandes; ahora, tras haber cerrado el 42% de las oficinas que había en 2008, los clientes obtienen el efectivo en los cajeros, que habitualmente entregan dinero en billetes de 50 y 20 euros.
La tercera razón es la generalización de la tarjeta y el móvil como medios de pago, en paralelo a la reducción de cajeros automáticos en la calle y la subida de las comisiones por su uso. Estas circunstancias han retirado mucho efectivo de los bolsillos. Incluso las transferencias rápidas (algunas sin coste, como Bizum) han empujado a terminar con los billetes entre comercios y clientes. No obstante, el último informe del organismo dirigido por Pablo Hernández de Cos, con datos de 2017, dice que el 53% de los españoles prefiere utilizar efectivo en sus pagos.
Por último, pero no lo menos relevante, la presión de la Agencia Tributaria contra el efectivo también ha arrinconado al binladen. Fuentes de Gestha recuerdan que en 2012 prescribió la investigación del IRPF y del impuesto de sociedades de 2007, año del boom del ladrillo, “y se acabó la posibilidad de investigar los 56.759 millones del saldo en estos impuestos. Así, se pudo gastar lo acumulado en estos billetes de forma impune siempre que no dejara rastro”.
Esta asociación recuerda que en 2004 reclamó una investigación sobre el uso de estos billetes, que finalmente se produjo dos años después y que propició el ingreso de 1.114 millones por operaciones irregulares. En 2012 llegó la amnistía del ministro Cristóbal Montoro, “que permitió que el dinero en efectivo se acogiera a la medida con tal de que se ingresara en una cuenta bancaria”, recuerda Mollinedo. Otro factor más para soltar billetes acumulados.
Por último, el tráfico de billetes de 500 se complicó al final de 2012 por la limitación a 2.500 euros en efectivo en las operaciones en las que intervenía una empresa. Además, los bancos no permiten ingresos en efectivo superiores a 3.000 euros en metálico en cuentas que no sean las del titular sin justificar el origen. Incluso, cuando se entregan 1.000 o más euros en la ventanilla se adjunta el DNI al documento bancario.
A partir de ahora todavía se perseguirá más al efectivo. El Gobierno de Pedro Sánchez prevé rebajar la limitación del pago de facturas en efectivo a 1.000 euros. Y se rebajará hasta 10.000 euros por operación, frente a los 15.000 euros actuales, cuando haya no residentes por medio. Se estrecha el cerco sobre el gran billete, pero tardará en desaparecer.
Pese a la creencia general de que cada vez menos personas utilizan los billetes, los informes oficiales lo desmienten. “El volumen de euros en circulación sigue una senda alcista desde el 2002. Durante 2017, el crecimiento promedio de los billetes en circulación en el Eurosistema ha sido del 6,8% respecto del año anterior”, decía un informe del Banco de España titulado "Cierre de oficinas bancarias y acceso al efectivo en España".
La conclusión era que “el efectivo sigue siendo el medio más habitual de pago en España” y “contradice la idea de que el efectivo esté siendo sustituido de manera creciente por los medios de pago alternativos”.
Sin embargo, la visión desde los bancos privados y los informes de diferentes consultoras es muy diferente. Según Capgemini, los pagos digitales crecerán un 10,9% anual hasta 2020 en todo el mundo. Las operaciones de pago digital o electrónico alcanzarán los 726.000 millones en 2020, lo que supone un crecimiento anual entre 2015 y 2020 del 10,9%, impulsado por el aumento de estas transacciones en las economías emergentes, según recoge el Informe Mundial de Pagos 2018 realizado por la consultora Capgemini y el banco BNP Paribas. En concreto, las transacciones de pago digital en las economías emergentes crecerán a un ritmo anual del 19,6%, superior en más de tres veces a la tasa de crecimiento previsto en las economías maduras (5,6%).
Las operaciones de pago digital o electrónico alcanzarán los 726.000 millones en el año 2020, lo que supone un crecimiento anual entre 2015 y 2020 del 10,9%, impulsado por el aumento de estas transacciones en las economías emergentes, según recoge el 'Informe Mundial de Pagos 2017' realizado por la consultora Capgemini y el banco BNP Paribas. En concreto, las transacciones de pago digital en las economías emergentes crecerán a un ritmo anual del 19,6%, superior en más de tres veces.
En un sentido parecido se manifiesta Alfonso Sáez, director general de Bankinter Consumer Finance, que sostiene que “el uso marginal del efectivo llegará más pronto de lo que se cree, se va a reducir a una velocidad muy rápida”. Los datos de esta entidad reflejan que esta misma Navidad el uso de la tarjeta ha crecido un 11%, “sobre la cifra del año pasado, que ya era muy elevada”, apunta Saez.
La principal razón, según este directivo, es la facilidad del uso de los nuevos medios de pago, como las tarjetas sin contacto o el móvil, el encarecimiento del uso de los cajeros para obtener efectivo y la vocación de los jóvenes a utilizar estos canales. “Se han adaptado a una velocidad sorprendente”, comenta el directivo de Bankinter.
Esto se refleja en la estadística. El gasto medio anual por cliente con tarjeta en este banco ha pasado de 2.500 euros en 2008 a 3.156 en 2018, un 26% más. “No solo la mejoría económica explica esta evolución, porque el efectivo que colocamos en las oficinas lleva diez años sin crecer”, añade Sáez. Y concluye que la clave es que en España ya se realizan los pequeños pagos con tarjeta, algo que, hasta hace poco tiempo, era impensable.
https://elpais.com/economia/2019/01/05/actualidad/1546702828_733774.html